VIAJE DE FIN DE SEMANA La tuna es esa institución universitaria cuyos miembros, lo mismo que los chicos de la teleserie «Al salir de clase», parecen no estudiar nunca... Ese grupo de muchachotes desenfadados y abanderados en la música de guitarra tronante y trinante... Chicos, que se diría, hacen de su capa un sayo a la hora de beber y ligar a espuertas, a puerta cerrada de bar o serenata a la intemperie. Sonrisa «profidén» y patente de corso las suyas, cuando toca echarle tanto desparpajo «vivalavirgen» como simpatía a la vida de estudiante... Tal vez, junto a la compostelana, la tuna salmantina sea la más conocida, allende los mares y fronteras adentro. De hecho, sus orígenes se remontan al siglo XIII, tiempo de escolares «goliardos» que vagabundeaban por toda Europa, de facultad en facultad, siguiéndoles la pista a los profesores más afamados del momento. 1. De «sopistas» a tunos La tuna comenzó reuniendo a universitarios que, no pudiendo costearse los estudios, por falta de fortuna familiar, decidieron trovar por fondas y mesones. ¿Quién les iba a negar unas monedas o, al menos, ese plato de sopa, que beneficiaba a cualquier peregrino jacobeo? Así cosecharon su original apodo de «sopistas», laúd, guitarra, bandurria o pandereta en mano. Y si de paso, si entre copla y copla, caía alguna doncella rendida a sus pies, pues mejor que mejor...
Pese a la indumentaria oscura que luce todo tuno, tuno negro se denomina al falso estudiante que de ella se sirve, sin poder exhibir banda distintiva alguna en su torso. Y ese ya es, en palabras de los propios tunos, el cara dura por antonomasia... Ejerce de tunante y rufián, pícaro y granuja, según las antiguas acepciones que el diccionario daba al término. No en vano, hasta en la actual enciclopedia Larousse se recoge la voz «tuna», como sinónimo de «vida holgazana, libre y vagabunda». 2. Juerga de pandereta No faltan mozos ya crecidos, en Salamanca, que recuerdan a la estudiantina monopolizando, cada fin de semana, la posibilidad de ligar con rubias extranjeras. Tampoco dueños de bares que reniegan de ellos, cuando pretenden pagar sus consumiciones con coplas tipo «Clavelitos». Ni novios que les ven aparecer con estupor, en su banquete de bodas, sin que nadie les haya llamado... Aún así, como queda dicho, existen reglas de conducta gremiales para el buen tuno. Y nobleza debería obligar siempre a los tunos, puesto que tradicionalmente han entonado coplas como la que reza «Alma, corazón y vida». Eso, por citar sólo una de aquellas que comienza por la letra a.
¿Dónde están la cuchara y tenedor de madera que distinguía a los sopistas medievales, cuando sonaban las campanas de recogida en la ciudad y ellos andaban de figón en convento, por plazas y bajo balcones, buscando la llamada sopa boba? Colgados decorativamente en su indumentaria de tunos... 3. La tuna en los libros Alfonso X el Sabio se refirió a los sopistas como juglares, en su Código de las Siete Partidas (1348). Coetánea suya, también lo hizo la obra «Razón de amor y denuestos del agua y el vino», describiendo las cintas que aún penden sobre la capa del tuno: una por cada conquista amorosa. El Arcipreste de Hita, en «El Libro del Buen Amor», subraya su carácter mendicante...
Lo cuenta «La vida del pícaro Guzmán de Alfarache», haciendo hincapié en el status de estudiante rico que así alcanzaron los otrora sopistas. Luego, en «El Buscón» de Quevedo, se habla de las bromas que les aguantaban los estudiantes novatos, hasta cumplir el meritoriaje que les terminara equiparando a ellos... La cuna del tuno, en fin, ya no es la que era. Las albadas medievales y cantos escolares pobres constituyeron el primer repertorio del tuno, que nació en España a la vez que en toda Europa. Después, su cancionero se ha enriquecido con tonadas como «Alfonsina y el mar», «Así es Lima« y «Angelitos negros», aparte corridos mexicanos, guajiras y canciones de ida y vuelta que aprendieron sobre la marcha en sus viajes. Y es que tunas como la salmantina han acudido a certámenes por medio mundo y actuado, representando el espíritu festivo de la universidad, en foros institucionales. Actuaciones, parte de cuya recaudación solía compensar el apoyo económico de su rectorado o decanato. 4. Prendas en el estilismo del tuno Aparte usos y costumbres, si algo ha variado poco, a través del tiempo, ha sido su vestuario de la tuna. Aquel que a sus corales de estudiantes les ha valido el sobrenombre de grillos, cuervos o, simplemente, pájaros. Una indumentaria de rasgos distintivos y simbólicos, frente a la cual, cualquiera sabe ya lo que se avecina...
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